jueves, 27 de agosto de 2020

El hijo de Quirino: Don Alfonso García Robles, Zamorano Premio Nobel de la Paz

 

El hijo de Quirino: Don Alfonso García Robles, Premio Nobel de la Paz, visto con los ojos Texcoqueños de un estudiante de internacionalismo, con corazón Zamorano.


La pequeña ciudad de Zamora, situada al noroeste del estado de Michoacán, ha sido pilar en la formación de grandes personajes de la historia mexicana; por ello no es de reprochar el lema que luce como insignia de dicha región: "Tierra de hombres ilustres". Pese a ser cuna de grandes idealistas, Zamora no ha ganado el respeto que merece ante la gran nación mexicana, sin embargo sigue cosechando hombres y mujeres que de buena voluntad son el motor que impulsa a la ciudad rumbo al crecimiento continuo con un México al que le apoyan con su imaginación y pujanza.

Personajes de la talla de Francisco Elizalde García, José Sixto Verduzco, Antonio Plancarte y Labastida (quien por cierto fuera Arzobispo de Puebla y de México), Amado Nervo, Fray Manuel Martínez de Navarrete, Luis Padilla Nervo y Benito Díaz de Gamarra y Dávalos introductor de la Filosofía moderna en América, Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte; humanistas mexicanos y gigantes en el mundo de las letras entre muchos otros más, han sido ejemplo de lo que el suelo Zamorano aporta como fruto a la patria, pero, sin duda, destaca la labor del gran pacifista y pensador excelso Alfonso García Robles; por excelencia, humanista luchador por la paz, siempre fiel a sus ideas de hombre libre y mexicano integro, a quien el mundo otorgara el premio nobel de la paz en unión de otra enorme luchadora europea, Alva Mirdhal.


En México, las Relaciones Internacionales no fueron siempre vistas como una materia independiente; dichas eran consideradas como una auxiliar del Derecho y las Ciencias Políticas. No fue hasta el siglo XX donde su importancia les permitió independizarse y consolidarse como una materia de gran importancia dentro de todas las Ciencias Sociales, ya que son quienes más pueden conocer de mejor forma y profundidad acerca de los temas de clase global en un país como México, cuya historia siempre se ha visto marcada por conflictos de carácter transnacional.

Ante el gran fenómeno social que supone la globalización y el comportamiento de los países surge la necesidad de preparar personas capaces de comprender el nuevo orden y la configuración mundial actual, es dentro de este panorama que el estudio de las Relaciones Internacionales y, por ende, el trabajo de los internacionalistas cobra mayor importancia y fortaleza.

Traspasar más de una frontera no es tarea sencilla; implica comprender los grandes retos que las sociedades suponen y ante ello buscar soluciones integras que respeten el orden y la paz mundial.

El trabajo de un internacionalista entonces se presenta como una tarea de gran riesgo; las decisiones erróneas pueden alterar el delicado equilibrio del status mundial, y un mal manejo de este conocimiento, puede significar un punto importante entre la guerra y la paz.

Pocos internacionalistas han sido valientes para hablar y tratar acerca de temas que se consideran delicados dentro de las relaciones entre países; recordemos a otro gran zamorano que formando equipo con otros líderes del mundo se atrevieron a forjar la ONU y afianzar la idea de un mundo menos salvaje, inhumano y poco sensible donde no sólo el fuerte tenga voz y derecho en el conflictivo mundo de sin razones y proyectos.

La energía nuclear, tratados entre corrientes políticas diferentes, los conflictos religiosos, entre muchos otros más, son tópicos que han movido las rodillas de muchos hombres, pues no es fácil destacar dentro de esta área sin correr riesgos. Decía Fidel Castro: "Ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la humanidad. Quien no sea capaz de luchar por otros, no será nunca suficientemente capaz de luchar por sí mismo." Dentro del Internacionalismo mexicano destaca entonces la labor de dos internacionalistas de Zamora, de gran talla y espíritu cosmopolita, uno que fija a México dentro de los fundadores de la ONU y otro, un hombre que supo correr los riegos que esta área supone para la no proliferación de las bombas atómicas en el mundo; Don Alfonso García Robles.


Transcurría un 20 de marzo de 1911, en la pequeña Zamora Michoacán, un comerciante de nombre Quirino García, y su cónyuge, una Jalisciense llamada Teresa Robles recibían la llegada de su primogénito, un niño que se desarrollaría en un gran ilustre de nombre Alfonso.

El gobierno de Díaz estaba por sucumbir y el ejército revolucionario cobraba mayor auge en el territorio nacional, ocupaban poco a poco ciudad por ciudad y Zamora no fue la excepción. Quirino, ante la inseguridad que la creciente guerrilla provocaba, decidió trasladarse junto a su parentela a la Ciudad de Guadalajara, lugar en el cual Alfonso iniciaría sus estudios de primaria y en donde nacería su única hermana.

La familia completa regresó a Zamora a principios de la década de los años 20, allí Alfonso concluyo sus estudios primarios para después de 1927 a 1930 regresar a Guadalajara para cursar su bachillerato. Ese mismo año ingresó a estudiar leyes en la Universidad Nacional.

No es de dudar que la gran capacidad de Alfonso García lo sacará adelante, pues comenzó a destacar dentro de lo académico. En 1934 obtuvo una beca para viajar al continente madre donde concluyó la carrera en la universidad de París en 1936, siendo uno de los estudiantes laureados ese año por el instituto de Altos Estudios internacionales.

Dos años después, en 1938, con grandes méritos recibió el diploma de la Academia de Derecho internacional de la Haya. Alfonso de forma seguida publicó dos libros en francés refiriéndose a la política en México y en Latinoamérica; "Le panaméricanisme et la politique de Bon Vosinage" (1938) y "La question du pétroleau Mexique et le Droit International" (1939), libros que comenzaron a dar apertura del trabajo de Robles al mundo.

La segunda guerra Mundial había estallado y el orden mundial se veía seriamente afectado, la situación europea se había convertido en un caos y las acciones de la diplomacia internacional prácticamente habían quedado por un lado. Ese mismo año (1939) ingresó al servicio exterior mexicano donde fue trasladado como Tercer Secretario adscrito de la delegación mexicana a Estocolmo.

Alfonso regresó a México en 1941 y se incorporó a la Secretaria de Relaciones Exteriores como subdirector de Asuntos Políticos y del servicio Diplomático. Como gran internacionalista su trabajo lo llevó a ser nombrado Secretario de Asuntos Internacionales de la Comisión Nacional de Planeación para la paz, cargo que le permitió asistir a muy importantes juntas internacionales que sirvieron como base jurídica para la formación de la ONU (Organización de las Naciones Unidas). Entre esas reuniones destacan la Conferencia de Hot Springs (1943), y la Conferencia de San Francisco (1945), cuando se aprobó la carta de las Naciones Unidas.


El nuevo organismo (ONU) comenzaba a necesitar gente con formación internacional, por lo que comenzó el reclutamiento de profesionales y diplomáticos de distintos países. En México destacaba la labor de Alfonso García Robles, y se le ofreció encabezar la División Política dentro del Departamento de Asuntos del Consejo de Seguridad; Robles, bajo el aliento mexicano, aceptó el cargo y fue trasladado a Nueva York en 1946 donde ocupó el cargo por cinco años.

Para 1951 su contrato había expedido, pero gracias a su brillante desarrollo en su trabajo se le ofreció renovarlo. Mientras estuvo en dicho cargo, se encargó de supervisar asuntos políticos en Europa, Asia, África y América, fue participe también en la solución pacífica de los conflictos entre la organización mundial y los organismos regionales. En 1948 fungió como representante de la ONU en la conferencia de Bogotá para sancionar la Carta de la OEA.

Fue en estas reuniones donde conoció a una peruana de nombre Juana María Szyszlo, quien era una joven funcionaria de la ONU y con quien contrajo matrimonio en 1950. La pareja tendría después dos hijos, Alfonso y Fernando.


Después de un gran aporte a la comunidad internacional con su trabajo en Nueva York, regresó a México en 1957 para reincorporarse a la secretaría de relaciones Exteriores. En esa época se encargó del Derecho del mar, siendo participe de la conferencia de Ginebra de 1958 y 1960.

Fue embajador de Brasil de 1961 a 1964, cuando pasó a ser nombrado Subsecretario de Relaciones Exteriores. Durante tal cargo retomo el asunto sobre desarme de las Naciones Unidas y encabezó la delegación mexicana en el Comité de Desarme.

Alfonso García Robles presidió todas las reuniones para la desnuclearización de la América latina, celebradas en la ciudad de México a partir de 1964, y que culminaron con la firma (14 de febrero de 1967) del Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina (Tratado de Tlatelolco).


En Diciembre de 1970 Alfonso y su familia regresaron a Nueva York, esta vez fungiendo él como representante permanente de las Naciones Unidas. Durante tal cargo, y en años posteriores, debatió el tema del desarme tanto en Ginebra como en Nueva York.

Fue destacada su labor en el acercamiento con la República Popular de China y la caída de Salvador Allende en Chile. Robles, con un comportamiento de pionero, fue de gran ayuda para regulación del orden mundial en el campo económico y, gracias a ellos, presidió el Grupo de los 77.

A finales de 1975 García Robles recibió una invitación para tomar cargo de la Cartera de Relaciones Exteriores, por lo que regresó a México y ocupó el cargo durante todo el año siguiente. Desde 1977 hasta 1982 fue representante permanente de México ante el Comité de Desarme de la ONU con sede en Ginebra.

Gracias a su desempeño fue pieza fundamental para el éxito de la Primera Asamblea General de la ONU dedicada exclusivamente para asuntos de desarme. En 1981, bajo el cargo del Presidente José López Portillo, fue designado embajador Emérito de México.

Bajo el cargo aún en la Cartera de Relaciones Exteriores, en 1982 Alfonso García Robles, junto a la internacionalista Sueca Alva Myrdal, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento de su labor y su incesante desempeño en favor del desarme, por la regulación del orden y por la lucha por la preservación de la paz mundial.


El dictamen del Comité del Nobel argumentaba; "García Robles ha desempeñado un papel prominente en la tarea para el desarme dentro de la Organización de las Naciones Unidas, tanto en Ginebra como en las sesiones especiales de la ONU sobre el desarme. En común con Alva Myrdal contribuyó a abrir los ojos del mundo a la amenaza que la humanidad enfrenta con el continuado armamentismo nuclear. Fue la fuerza impulsora detrás del acuerdo para declarar a Latinoamérica como zona desnuclearizada, que fue concretado en 1967...".

Finalmente Robles, siendo un hombre de avanzada edad, falleció en la ciudad de México un día 2 de Septiembre del año 1991.

México ha sido una nación de grandes hombres, cuyo patrimonio ha sido lastimado por los hechos históricos. La nación necesita de grandes hombres que sepan desenvolverse y desenvolver a su país dentro de la comunidad internacional. Nuestra patria pide más hombres como Robles, que sean capaces de demostrar los frutos que nuestra tierra aporta. Sin duda el legado del maestro de maestros, seguirá siendo parte fundamental de la gran labor mexicana dentro del orden mundial.


¡Sé paciente México, que tus hijos luchan por salir adelante! ¡García Robles!, Existe contigo una deuda de honor, de justicia cuando tú fuiste paladín de ella, ¿Dónde estás maestro, dónde está el hombre que supo poner a México como el gran pueblo solidario, pacifista y pregonero del derecho en el mundo? Tu obra vigente, tu efigie guardada en las nostálgicas notas periodísticas del pueblo, y a duras penas, por la polémica que costó poner su nombre en el recinto de la nación en San Lázaro, ¡No existe siquiera una estatua que recuerde tu efigie en tu tierra michoaque y zamorana, mucho menos en algún otro lugar de México!, aunque al final está su recuerdo en el corazón de muchos zamoranos oriundos o por adopción como yo un texcocano que ve a Don Alfonso García Robles, el hijo de Don Quirino, ciudadano del mundo, como el gran paradigma internacionalista mexicano en el orbe. La deuda contigo aún no se salda, pues ni siquiera existen sobre ti libros en las escuelas de internacionalistas, ¡No tenemos vergüenza!

 

César Posadas Ortiz 

Zamora Inconclusa, Mayo de 2015.

Revisión: Francisco Javier Licea Linares.

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