viernes, 28 de mayo de 2021

Miguel Prado Paz, Orgullo Tingüindinense

Miguel Prado Paz

Nacido en el seno de una familia de músicos, Miguel Prado vio la luz por primera vez en Tingüindín Michoacán, el 1 de agosto de 1905. Al igual que sus padres, Amado Prado y María Dolores Paz, y sus cuatro hermanos, tuvo una vida estrechamente ligada a la música y al arte.

Debido a esa vena artística familiar, Miguel tenía desde niño una sensibilidad especial para escribir poesía, gracias a ello ganó un concurso en la ciudad de Zamora, Michoacán. El premio consistió en diez pesos y tres libros pero, probablemente, lo más importante fue la posibilidad de que su vida se encaminara por el sendero de la creación artística y musical.

La Revolución afectó a muchas personas reconocidas de esa entidad. Este fue el caso de la familia Prado Paz que tuvo que emigrar a la Ciudad de México, en 1911, en busca de nuevos horizontes.

El cambio fue positivo para Miguel Prado, quien, gracias a su talento, logró abrirse camino en la capital e impulsar su carrera, que estaba sustentada en la preparación y el estudio en diversas escuelas, una de ellas, el Colegio de Infantes, ubicado en el anexo al Seminario Conciliar de México.

Ahí se hizo de varios amigos con los que practicó la que sería otra de sus pasiones: el toreo. Después de varios intentos por incursionar profesionalmente como torero, finalmente decidió dar paso a su verdadera vocación: la música.

En 1921 integró, con algunos amigos, un grupo musical que participaba en eventos familiares, sociales y en otros de índole política, además de realizar presentaciones en centros nocturnos y cabarets. En 1928 falleció su madre. Lleno de tristeza, escribió una pieza musical en honor de su progenitora.

Su carrera enriqueció con la inspiración y vinieron los éxitos, entre ellos “Culpable no eres tú”, “Corazón dormido”, “Qué sabes tú” y “No puede ser”.

No obstante sus cualidades como poeta, Miguel Prado, en diversas ocasiones, unió su talento al de otros grandes autores para dotar de letra a sus canciones, entre ellos, Gabriel Luna de la Fuente (“Duerme”, “Me muero sin ti”, “Odio”, etc.), Ricardo “El Vate” López Méndez (“Mentira”, “Nube”, “Prisa”, etc.), José Antonio Zorrilla “Monís” (“Egoísmo”, “Frente al espejo”, “No es posible”, etc.) y Mario Molina Montes (“Cuéntame un cuento”).

Miguel Prado incursionó en la radio y en el teatro de revista, escenarios en donde varias de sus composiciones se convirtieron en éxitos, como fue el caso de “Duerme”, con letra de Gabriel Luna de la Fuente, tema interpretado por Pedro Infante en la película “Angelitos Negros” (1948, Dir. Joselito Rodríguez), una de sus obras más conocidas y que ha sido traducida a varios idiomas.

Con temas como “Duerme”, “Ofrenda” y “Te quiero así”, Miguel Prado realizó una gira, con gran éxito, en la década de los cincuentas, por Las Antillas y Estados Unidos. A su regreso, se instaló como director artístico de una importante radiodifusora de Monterrey, Nuevo León. Dos años más tarde se integró a la XEW, en donde sus canciones fueron interpretadas por diversas figuras de la canción de esa época, entre ellos el Dr. Alfonso Ortiz Tirado y José Mojica.

Miguel Prado no sólo fue un gran creador musical, sino un incansable defensor del derecho de autor. En la Sociedad de Autores y Compositores de Música, fue director de la Oficina de Registro y tiempo después llegó a ser Vicepresidente.


El 15 de febrero de 1987 en San Miguel de Allende, Guanajuato, dejó de existir este gran compositor a quien se deben hermosas canciones que aún en nuestros días se mantienen en el gusto popular. En su honor, a una calle del pueblo de Tingüindín, su lugar de origen, se le impuso su nombre el 13 de junio de 1970.





Fuente: Sociedad de Autores y Compositores de México
Edición: Gerardo Castillo Valerio

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